Julio de los Santos

CAPITULO VI MARTÍ EN ESPAÑA
La Condena a Muerte de Maria Estuardo - Vermay
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A principios del siglo XIX nos llegó de Paris un desterrado bonapartista, discípulo de David, el famoso Juan Bautista Vermay quien trae consigo el cadáver de un estilo pictórico, el neo-clasicismo, que predominó por largo tiempo y que no permitía la menor libertad en el dibujo, imitando en la composición a los clásicos greco-romanos. En el 1817, dos años después de haber arribado a estas playas, funda una escuela de pintura que después se transforma en la “Escuela Gratuita de Dibujo y Pintura” cuyo primer director fue el mismo Vermay. El pintor se integró por completo a nuestro medio, aprendió perfectamente el idioma español y murió en la Habana a consecuencia de la primera epidemia de cólera que sufrió Cuba después de haber pintado murales en la Catedral y en el templete. Como ejemplo de la pintura de Vermay ver “La Familia Manrique de Lara” y una de sus obras la incluímos arriba; la Condena a Muerte de Maria Estuardo.
Júzguelo usted y cuando Martí llegue a España y visite el Museo El Prado y nos comente de Goya, vuelva a contemplarlo para bien comprender la pintura que contemplábamos en aquella época.
Todos los pintores de aquella época, que precedieron a Vermay; tenían la vista puesta en Europa, y quien dice la vista quiere decir el gusto. Cuadros de artistas cubanos como Nicolás de la Escalera, “pintor religioso de fácil misticismo, de escasa imaginación” como nos escribe Pérez Cisneros, pudieron haber sido contemplados por Martí.
Quizás contemplaría también Martí, en sus escasas visitas a la Academia, los cuadros que para ella adquirió el Príncipe de Anglona, y los que para ella envió una vez en su patria. Otros imitaron al Príncipe, como el cubano Arango y Parreño que donó cuadros que adquirió en Europa y que colgaban en las paredes de la oficina de la Academia. Muchos eran de la escuela flamenca, con temas místicos, paisajes y escasas pinturas de género. Entre estos cuadros los siguientes, que están en el Museo Nacional de Pinturas: un “San Cristóbal” atribuido a Pablo Veronés, “La Virgen y el Niño Dormido” de Guido Reni, “Un Caballero con Toisón de Oro” de Porbous, “El Rey David y Otros Profetas” De Crayer, “La Virgen y el Niño” De Champagne, “La Nodriza” por Carlos Van Loo y otros más.
Ya por los títulos podemos comprender la temática predominante, además de la que señalamos, la mística, y que entre esos cuadros no había alguno que para aquella época se pudiera catalogar como moderno.
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¿Fue este ambiente artístico el que determinó el gusto de Martí? No lo creo; considero que fueron la influencia de su temperamento, y la de su profesor y amigo Mendive las que lo prepararon para que germinara en terreno fecundo lo que leía y veía en la biblioteca de su colegio. Todo ello, lo bueno en su parte afectiva, lo malo en su aspecto repulsivo, contribuyeron a formar su gusto artístico. Más tarde, como semilla lista para germinar en terreno apropiado, es cuando se desarrolla su gusto artístico. Eso sucede en Europa, visitando museos, oyendo opiniones de gente capacitada en Zaragoza y en distintos museos, en un continuo peregrinar por el arte, siempre viendo, siempre comparando y siempre estudiando.
A los dieciséis años, Martí es un joven que ama a su patria, desea su libertad y desprecia a quienes la traicionan, por lo que debido a una denuncia, en un registro en la casa de F. Valdés Mendive encuentran una carta que Martí asegura haber escrito y que hace que lo condenen a trabajos forzados en las canteras de San Lázaro. Por gestiones de su padre el joven es absuelto y trasladado provisionalmente a sus propiedades en la Isla de Pinos, de donde es conducido al barco que lo trasladaráa a España, en el mes de diciembre, cumpliendo los dieciocho años en Madrid, en el destierro. Continuación